Siempre he pensado que existía un pequeño vacío a la hora de presupuestar trabajos de desarrollo.
Para empezar a estudiar cada uno de los presupuestos, debemos poder separar las necesidades dentro de dos grandes grupos.
Frontend: Visualización del sitio. Para esto lo mejor es tener a mano un lápiz y un papel, y en la otra un buen puñado de referencias de la competencia del mercado al que nos queremos dirigir.
Backend: Lo primero es analizar si existirá funcionalidades para el administrador de los contenidos de la web, si así fuese, entonces debemos tener claro exactamente que es lo que queremos que pueda hacer dicho usuario. En el caso de necesitar implementar un organigrama de la organización dentro de la propia funcionalidad de la web, será necesario explicar que, cuando y como se llevaran a cabo las distintas funcionalidades por cada uno de los usuarios.
Con esto pensado ya podemos empezar a darle el coñazo al informático de turno, sin esto claro, será perder el tiempo, tanto como para ti, como para nosotros, pues a menudo el informático aplica la lógica del sentido común, la cual suele chocar frontalmente con la idea que tiene la dirección del negocio. Incluso, es muy frecuente que la dirección obvie ciertos comportamientos que según vayamos bajando el la pirámide de la organización veremos como van tomando forma las obviedades. Es por esto, que el empeño de ciertos perfiles por hacer de muro infranqueable de información pueden ser bastante contraproducentes para todo el proceso de desarrollo del proyecto.